Nada me faltará


"Porque mío es el mundo y su plenitud" Salmo 50:12
Antes de cumplir una semana de vida, los aguiluchos se pelean por la comida. Ninguno es lo suficientemente fuerte como para mantener la cabeza erguida más de unos segundos, perecen pompones peludos con cabezas pegadas. Aun así, cada vez que los padres llevan comida al nido, el más grande se apresura para darle un picotazo a su hermano e impedir que reciba su bocado. La agresión sería comprensible si la comida fuese escasa o si los padres fueran incapaces de proveer lo suficiente. Pero nada está más lejos de la verdad, ya que son alimentados con peces de tamaño mucho mayor que ellos, y  tienen más que suficiente para ambos. Los codiciosos aguiluchos me traen a la mente nuestra propia necedad, cuando tratamos de conseguir para nosotros lo que le pertenece a otra persona (Santiago 4:1-5). Los conflictos surgen porque queremos algo que Dios le ha dado a algún amigo, colega, pariente o vecino. En vez de pedirle al Señor lo que necesitamos, intentamos conseguir aquello que Dios le ha dado a otro (vs. 2). Sin embargo, Dios tiene algo bueno para cada uno de nosotros. Nunca necesitamos aquello que le pertenece a otra persona. Y además, es indudable que nunca debemos perjudicar a nadie para conseguir lo que nos hace falta. Nuestro amoroso Padre celestial tiene más que suficiente para todos. ¿Por qué preocuparnos o afanarnos? Recuerde el antídoto de Pablo para evitar la ansiedad o el afán: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil.4:9)
También no nos olvidemos, si Dios nos ha bendecido, podemos ser de bendición a otros. Repase el antídoto de Pablo contra el egoísmo: hagan el bien, sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos y sobre todo muy agradecido(1Ti. 6:18).

No hay comentarios:

Publicar un comentario